Un estudio cifra en 458 las muertes que se cobró la última ola de calor solo en Madrid y Barcelona

Un grupo de investigadores liderados por científicos del Imperial College London y la London School of Hygiene & Tropical Medicine han analizado desde una perspectiva centrada en el cambio climático la reciente ola de calor que vivió buena parte de Europa a finales de junio y principios de este julio. En concreto, han enfocado su estudio a 12 grandes ciudades —entre las que figuran Madrid y Barcelona— y en los fallecimientos prematuros causados por las altas temperaturas. En total, entre el 23 de junio al 2 de julio, los científicos calculan que se registraron 2.305 muertes atribuibles al calor, de ellas 340 se corresponden a Barcelona y 118 a Madrid.

El resto de ciudades analizadas son Londres, París, Fráncfort, Budapest, Zagreb, Atenas, Roma, Milán, Sácer y Lisboa. En todas estas urbes, donde viven 30 millones de personas, los vecinos han estado en algún momento en alerta sanitaria por calor en el periodo estudiado. Pero el objetivo de esta investigación de atribución era intentar cuantificar la influencia que ha tenido el cambio climático causado, fundamentalmente, por la quema de los combustibles fósiles en esa ola y en los fallecimientos asociados al calor.

Los científicos concluyen que el calentamiento hizo más intensa esa ola fue responsable de 1.500 de las 2.305 muertes prematuras acumuladas en esas 12 ciudades y que ellos vinculan con este evento extremo. Es decir, que el 65% de esos fallecimientos son achacables al cambio climático. O, explicado de otra forma: que el planeta sea ya 1,3 grados Celsius más cálido que en la era preindustrial debido al ser humano ha triplicado la tasa de fallecimientos.

Lo que argumentan los investigadores es que el cambio climático hace que las olas de calor tempranas, como la vivida este año, sean más frecuentes. Y, en el caso de las ciudades analizadas, entre 2 y 4 grados más cálidas y, por lo tanto, más letales para las personas mayores y que sufren enfermedades que se agravan con las temperaturas extremas.

Por su parte, el servicio europeo de vigilancia satelital Copernicus destaca de junio en su boletín climático mensual las “dos grandes olas de calor a mediados y finales de junio” que “afectaron a gran parte de Europa occidental y meridional”. “En gran parte de la región se registraron temperaturas que superaron los 38 grados, lo que corresponde a un estrés térmico muy fuerte”, apunta Copernicus.

Samantha Burgess, directora estratégica de Clima del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio, dependiente también del programa Copernicus, ha asegurado de la última ola que “se hizo más intensa por las temperaturas récord de la superficie del mar en el Mediterráneo occidental”. Advierte además: “en un mundo que se calienta, es probable que las olas de calor sean más frecuentes, más intensas y afecten a más personas en toda Europa”. En el conjunto del continente, el pasado mes fue el quinto junio más cálido registrado hasta ahora; en el caso de España, el primero.

Los investigadores del estudio sobre la mortandad resaltan además que “el calor llegó inusualmente temprano en muchas partes de Europa, donde normalmente se esperan temperaturas tan altas a fines de julio o agosto” como las vividas durante la ola de calor analizada. “El calor extremo que se produce al principio de la temporada tiende a ser más mortal, ya que las personas aún no están aclimatadas a las temperaturas del verano”, avisan.

El cambio climático, precisamente, está haciendo que “la intensidad de las olas de calor en junio haya aumentado más bruscamente que las de julio”. “Las temperaturas de las olas de calor seguirán aumentando y es probable que el número de muertes futuras sea mayor, hasta que el mundo deje de quemar petróleo, gas y carbón y alcance las emisiones netas cero”, afirman los investigadores.

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