Pedro Sánchez en el papel de Obi-Wan Kenobi ante el lado oscuro de la fuerza

La debacle socialista en Andalucía hacía prever una reacción importante por parte de Pedro Sánchez ante lo que se vislumbra como un cambio de ciclo que puede poner fin abruptamente a su proyecto en breve. La autocrítica habría sido deseable, pero no llegó.

La cumbre de la OTAN en un momento tan dramático de la historia de Europa le ha permitido un respiro, y con razón. La imagen de los grandes líderes mundiales contemplando juntos obras de Rubens o Velázquez en el Museo del Prado mientras Putin viajaba a Turkmenistán para mostrar que él también viaja y que no está aislado habla por sí sola. España está donde debe estar, en la alianza que le corresponde por valores, por apuesta democrática y por intereses y en un momento de consenso tan acentuado que hasta las ejemplares Suecia y Finlandia se han apuntado mientras las voces opuestas desde la izquierda se van difuminando como un eco rancio de un pasado desbordado por la agresión de Putin. No hay dudas ahí: la cumbre ha sido un éxito, Sánchez puede ponerse la medalla y podemos celebrar que estamos donde hay que estar.

Pero la cumbre ha acabado y, como escribió Monterroso, al despertar el dinosaurio seguía allí. La política nacional vuelve a retomar el hilo argumental interrumpido y todos miramos los pasos del presidente en busca de señales de reacción. Y de momento no hay grandes alegrías.

El Gobierno ha tomado medidas contra la inflación y ha anunciado otras futuras, pero la angustiosa subida de los precios para cubrir las necesidades básicas se ha convertido en la ciénaga en la que van naufragando todas ellas. El propio Sánchez ha calculado que, de no haberse tomado estas medidas, la inflación habría escalado cuatro puntos más, un dato interesante para quien se fija en el IPC, pero que no aporta consuelo alguno a quien vigila el precio de los huevos en el supermercado.

Y en lo político, algunos importantes traspiés. La propuesta de reforma de la reforma judicial que el mismo Gobierno adoptó hace un año es otro bandazo difícil de comprender. El cuestionamiento de los datos del INE hasta forzar la caída del presidente tiene difícil justificación. Y el recurso del presidente a “intereses oscuros” que quieren desestabilizarlo es buen argumento para Star Wars y los jedis más convincentes que luchan contra las más devastadoras fuerzas imperiales, pero no para gobernar. Sánchez es presidente, no Ewan McGregor en el papel de Obi-Wan Kenobi.

Con este tipo de comportamiento da la impresión de que el PP solo debe sentarse a esperar para recoger su turno en el poder.

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